”…
-[…] De todas formas de Elsa poco puedo decirle aparte de lo que debe haber leído, no hemos hablado desde horas antes de la inauguración en el Central. La vi cansada de todo, bastante negativa. Me hizo unos cuantos comentarios sarcásticos y me harté rápido. Mientras se le ocurría la famosa idea yo estaba en la otra punta de Amsterdam.- La periodista me miró como esperando algo más. – Así que no tengo más que contar.
Se acabó cansando, por fin. Pero ¿qué creía que le iba a decir? El resto era bien conocido, a Eve [la periodista] no le importaba como pudiera sentirme yo con esa historia. Sólo quería tirarme de la lengua para que criticara a Elsa, no le di el gusto. Quería que le dijera lo que ve cualquiera que no esté metido en este mundo: que era una escultora mediocre con una buena agenda y mucha cara dura. Al menos pagó los cafés.
[…]
Me dolió lo evidente de la idea, tan simple, tan irritantemente original. En esa inauguración Elsa hizo su primera Ceremonia de Destrucción Creativa. La ocurrencia le debió salir sin planteársela mucho: resaca, un par de copas y el ambiente que le pedía a gritos despreciarlos riéndose en su cara. La crónica en el diario decía que fue un “acontecimiento apoteósico”. Después de pronunciar unas palabras de bienvenida se transfiguró en una sacerdotisa posmoderna que exhortó a la concurrencia a devolver al arte lo que el arte les había ofrecido, a hacer un acto de fe y no sé qué estupideces más. Incluso tomó una de las velas que decoraban la sala y la alzó, la teatralidad es básica. Supongo que a partir de ahí se trataba de pensar el siguiente movimiento sobre la marcha, improvisando. De repente, se acerca a una mujer, coge un chal que la mujer lleva sobre los hombros y lo extiende en el suelo. Entonces, el gran momento, deja caer la escultura sobre el chal; la escultura, claro está, se rompe y Elsa recoge el chal por las puntas; le hace un nudo y se lo da a la mujer en medio de un silencio helado. Poco después empiezan los aplausos, justo entonces Elsa acababa de cuadriplicar el precio de sus obras.
[…]
Ya era sorprendente que alguien comprara las obras de Elsa cuando las vendía enteras, pero aún más lo es ahora que las vende rotas. Esas Ceremonias de Destrucción Creativa no transforman una obra mediocre en una obra mediocre rota, ni una basura en muchas basuras, no. Transforma la obra en otra cosa. Los compradores pagan grandes sumas por participar en una catársis y llevarse su ofrenda. Preocupante.
…”

Los reproches de Franz por el éxito de Elsa en Ascenso y fracaso de Elsa Caserta de Jeff Newman.

La liberación de los botes

Los objetos que nos acompañan en el día a día están invadidos. La publicidad los ocupa en forma de extravagantes etiquetas.

¡Basta de que nuestros botes de productos de uso diario sean convertidos en anuncios publicitarios!
Liberémosles ya de esa carga, despeguemos esas etiquetas que solo afean el producto. Contemplemos a todos los productos juntos, primeras marcas con marcas blancas, por fin todos iguales, como realmente siempre fueron, son y serán.

Descubriremos además que estos productos están dotados de un sistema de seguridad: los restos de pegamento harán que nuestras manos se adhieran al producto, favoreciendo así un perfecto agarre.
No más desodorantes por los suelos, ¡caray!

”…
A Susie le preocupa la paz, la supervivencia de todas las especies animales, las condiciones de vida de los niños desfavorecidos, la conservación del planeta…
Susie considera que está en el bando correcto, es una firme defensora del débil en todas esas eternas causas perdidas.
En lo que va de semana Susie ya ha salvado al oso polar, a los damnificados por un tifón en un recóndito país y a los huérfanos de un barrio marginal de una gran capital. ¿Cómo lo logra?
Añadiendo su firma a peticiones que le llegan por correo electrónico mientras está cómodamente recostada en su sofá.
Susie jamás se ha planteado de dónde provienen esos correos electrónicos, ni a quiénes se enviarán sus firmas, ni si esas misteriosas personas son el interlocutor válido para tratar la petición, ni siquiera se plantea si la petición que firma es mínimamente viable. Sin embargo Susie está satisfecha porque ha “hecho algo” y mira decepcionada y compasiva a los que no se implican como ella:
– ¿Es que no se plantean nada?- Me dijo hace unos días.
…”

Abdelhak Bouanani en el artículo “Cómo logré ser el mejor en todo”, aparecido en la revista marroquí Souffles.

El trapo independiente

Tras muchos siglos de historia son innumerables los trapos que han sufrido su martirio para librarnos de la suciedad. Nunca puede estar todo limpio a la vez, siempre queda el trapo sucio que alberga en sus fibras los restos de la vorágine, hasta el día en el que, sin piedad, es sustituido por otro que correrá su misma suerte.
Ni un solo trapo más debe sacrificarse para librarnos de la suciedad. El trapo independiente ahuyenta la suciedad y cuida de su propia integridad. No necesitamos mártires, sólo un trapo que crea en su labor, y sin buscar protagonismo, trabaje en feliz concierto con el resto de aperos de limpieza en pos de la armonía doméstica.

“A mí me han puesto en el mundo para ser feliz.”

En Pequeña historia de elefantes y cacharrerías, obra conjunta de Carmen de la Rosa y José Pablo Pérez.