«…
Ahora, acostado boca arriba, con las manos cruzadas bajo la cabeza, don José mira al techo y le pregunta, Qué podré hacer a partir de aquí, y el techo le responde, Nada (…) no me gustaría estar en tu piel si un día una de éstos te sorprenden en flagrante, No puedes estar en mi piel, no eres más que un techo de estuco, Sí, aunque lo que estás viendo de mí también es una piel, además, la piel es todo cuanto queremos que los otros vean, debajo de ella ni nosotros mismos conseguimos saber quiénes somos (…) la sabiduría de los techos es infinita, Si eres un techo sabio, dame una idea, Sigue mirándome, a veces da resultado.
…»

Don José y su techo en Todos los nombres de José Saramago.

«La capacidad de preocupación de la mente humana podría explicarse con una constante, un valor personal que cuantifica el esfuerzo que cada persona dedica a preocuparse, haya motivos o no. Dicho de otra manera, y usando una de esas expresiones populares tan llenas de sabiduría y acierto: Quien no tiene su propia cruz, se la hace con dos palitos.»

Fragmento del ensayo Terapias actuales para el mundo de hoy del doctor Gabriel Solano.