ONG de Liberadores de Objetos Sin Fronteras: Fascículo 8
El expendedor de papel de boquita de piñón
Estos pobres expendedores que proliferan en nuestros lavabos están condenados a ser ingratos desde el mismo momento de su creación. Nunca permiten a sus usuarios servirse más que insuficientes trocitos de papel, en pequeñas y frustrantes dosis. Se podrá rebatir que se trata de una medida de austeridad para economizar papel. Ante eso diré dos cosas:
La primera, también de intenciones austeras podría estar el infierno lleno.
Y la segunda, ¡no está funcionando!
Dejen de tratarnos paternalistamente como a inconsistentes despilfarradores de papel y, sobre todo, no obliguen a estos pobres expendedores a ser tan roñosos y déjenlos expender con ganas, sin esa ridícula expresión mojigata.
Pd: ¿Por qué estos expendedores de papel van invariablemente acompañados de expendedores de jabón de manos en espuma? ¿Nuestras manos no merecen algo más que un triste escupitajo de aire espumoso?
YA está bien de tanto morro apretado y de tanta moral de la economía para tiesos. Queremos poder disfrazarnos de momia en los aseos públicos!
😉
Qué razón tiene usted!
Y sabe usted lo que más me molesta: que además le dan a uno el papel arrugado. Indignante.