Parlatos: Fascículo 2
Poquear
1. intr. Acercarse un proceso a su momento final.
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1. intr. Acercarse un proceso a su momento final.
Replicencia
1. f. Respuesta con reservas o incompleta, que da a entender algo sin decirlo.

A veces los niños son tan literales que nos dejan sin palabras. Como muestra, esta situación en la que el tío de una niña de seis años al despedirse de su sobrina le dice: «Ahora me dices adiós desde el balcón, ¿vale?»
A lo que la niña responde alegremente, sin esperar a que él se haya marchado y por supuesto sin asomarse al balcón: «¡Adiós desde el balcón!»

Una Facultad de Bellas Artes es una fuente inagotable de anécdotas impagables. En mi caso, recuerdo con especial cariño las del equipo de limpieza en el taller de escultura de la Facultad de Barcelona. Este equipo, compuesto íntegramente por mujeres, aderezaba sus tardes de trabajo con cantos, chistes y chascarrillos mientras limpiaban las caóticas mesas que dejaban tras de sí los estudiantes de los grupos de las mañanas.
Ya se sabe que la experimentación ensucia mucho y a veces cuesta discernir qué experimentos van bien encaminados y cuáles merecen ir al cubo. Así que estas aguerridas profesionales debían transmutarse en críticas y plantearse por sistema qué debían tirar y qué no, con la frase: «¿Esto es arte o esto es mierda?»
Normalmente su criterio coincidía con el de los artistas y no se desechaban piezas por error.
Pero algunas veces, obras en las que el artista aún estaba trabajando no convencían a las mujeres de la limpieza y desaparecían de la mesa. En otras ocasiones, retales casuales eran ascendidos a la categoría de obra artística y al verlos el estudiante descubría una nueva línea experimental.

Si a un bote de crema solar le quitamos la etiqueta, ¿se vuelve crema factor sorpresa?
Nota: no lo hagan en sus botes, quemarse no es divertido.

¿Cuántas mecheros son sustraídos diariamente? Muchos. Y muchas veces el ladrón ni siquiera es consciente del hurto, pero pensando en las veces que sí. ¿No será buena idea elegir un mechero que disuada al ladrón por su fealdad?
Como ejemplo, un caso real: me consta el caso del dueño de un mechero Clipper con la inscripción «Gibraltar español» que lo usaba a diario a desde hacía unos veinte años. Obviamente había ido recargando el gas y reponiendo la piedra, pero el chasis y su inscripción habían perdurado y logrado su cometido: alejar a los amigos de lo ajeno ya que éstos no deseaban poseer algo tan feo.
De nuevo, la pieza que ilustra este texto puede encontrarse en TodoColección.

Miles y miles de personas confían en ellos para resolver sus problemas, ¿no es hora de que liberemos a estos productos de tanta responsabilidad?

Estas figuritas con forma de elefantes, gatos, tortugas, pirámides… pueblan las estanterías y alacenas de numerosos hogares desde hace décadas. Siempre alineados según su tamaño, siempre en formación, siempre de tres en tres. Si bien es cierto que el número tres es el menor número que proporciona una noción estética de serie, no debería haber nada que impidiera que se presentaran las figuritas en otras cantidades.
Desde estas líneas y según la fealdad de las figuritas, me atreveré incluso a sugerir el uso de otro número, el cero.
Quienes no compartan esta opinión, pueden conseguir los tres magníficos elefantes de la imagen en TodoColección.

Esta extraña estructura de hormigón sostiene las tres campanas de esta parroquia en el barrio de Can Ros de Sant Vicenç dels Horts.

Abrera homenajea a Walt Disney con estos bloques de cemento pintados de colores. Desconocemos su autor y lo ancho que se debió quedar.