El hombre del torso desnudo

Es sabido que el verano desinhibe a las personas, por un lado, y que las recalienta, por otro. Buen ejemplo de la confluencia de estos dos aspectos es la cantidad de piel que algunas personas exhiben orgullosas. La base objetiva de este orgullo es variable y de ahí que el impacto que cause la visión de según qué sea más variable aún.

Una tarde de un prematuramente caluroso junio se paseaba por una calle muy concurrida un hombre con el torso desnudo. Sudoroso como iba nadie osaba acercarse a él, lo que provocaba que el resto de transeúntes reservara para él un espacio a su alrededor para evitar roces pringosos. Nuestro hombre sigue andando, a salvo de los empujones y ajeno a las caras de desagrado con que le miran algunas mujeres mayores.
De pronto una chica sale de la farmacia corriendo para coger el autobús que se acerca. En su carrera choca con el hombre del torso desnudo, y mirando con asco el sudor del hombre en su propia piel, le increpa:
-¿Pero qué haces? ¿Es que quieres darles ideas a los que tienen más barriga que tú?
La carcajada fue general.

La camisa de Carlos

Esta camisa fue la elegida como la más fea de la tienda por el amigo que se la regaló. Como vemos en las imágenes, estos amigos rivalizan por lograr esta distinción.
La camisa de Carlos está ornamentada con motivos alusivos al baloncesto, pero eso no es todo, también tiene unas bandas horizontales, palabras y líneas de dudoso análisis.
Sin embargo Carlos la luce con orgullo y salero, pese a tener que escuchar comentarios como este de Héctor ayer noche: «¿De esto hay pa’ hombre?»

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“Otra perversión de la postura capitalista ante la inmigración es que los inmigrantes que llegan, lo hacen porque pueden. Llegar es difícil y lo logran los que podrán ser útiles, es una selección natural.”

Arcadi Oliveres, en una charla de ATTAC sobre inmigración.
La imagen que ilustra este texto procede de Modelismo Naval, donde Alfonso del Valle «Cincodedos» reúne información sobre la construcción de las pateras norteafricanas.

“Los occidentales no entendemos porqué un japonés lleva arroz a sus muertos, le diríamos: ¿es que va a venir el muerto a comerse el arroz? y él podría contestar: ¿y es que vendrá tu muerto a oler las flores?”

Joan Francesc Mira en su conferencia “Imatges i narracions d’una altra vida” dentro del ciclo Vivències de la mort.

La iglesia de Notre Dame de Royan (Francia)
Esta iglesia se construyó en la ciudad balnearia de Royan en los años 50 para sustituir a la antigua, destruida en la Segunda Guerra Mundial. A su arquitecto, Guillaume Gillet, le pareció oportuno usar un material tan bonito como el hormigón. El resultado es una iglesia muy deteriorada con un campanario que alcanza los 60 metros y se ve desde cualquier lugar de la ciudad.

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