”…
A Susie le preocupa la paz, la supervivencia de todas las especies animales, las condiciones de vida de los niños desfavorecidos, la conservación del planeta…
Susie considera que está en el bando correcto, es una firme defensora del débil en todas esas eternas causas perdidas.
En lo que va de semana Susie ya ha salvado al oso polar, a los damnificados por un tifón en un recóndito país y a los huérfanos de un barrio marginal de una gran capital. ¿Cómo lo logra?
Añadiendo su firma a peticiones que le llegan por correo electrónico mientras está cómodamente recostada en su sofá.
Susie jamás se ha planteado de dónde provienen esos correos electrónicos, ni a quiénes se enviarán sus firmas, ni si esas misteriosas personas son el interlocutor válido para tratar la petición, ni siquiera se plantea si la petición que firma es mínimamente viable. Sin embargo Susie está satisfecha porque ha “hecho algo” y mira decepcionada y compasiva a los que no se implican como ella:
– ¿Es que no se plantean nada?- Me dijo hace unos días.
…”

Abdelhak Bouanani en el artículo “Cómo logré ser el mejor en todo”, aparecido en la revista marroquí Souffles.

El trapo independiente

Tras muchos siglos de historia son innumerables los trapos que han sufrido su martirio para librarnos de la suciedad. Nunca puede estar todo limpio a la vez, siempre queda el trapo sucio que alberga en sus fibras los restos de la vorágine, hasta el día en el que, sin piedad, es sustituido por otro que correrá su misma suerte.
Ni un solo trapo más debe sacrificarse para librarnos de la suciedad. El trapo independiente ahuyenta la suciedad y cuida de su propia integridad. No necesitamos mártires, sólo un trapo que crea en su labor, y sin buscar protagonismo, trabaje en feliz concierto con el resto de aperos de limpieza en pos de la armonía doméstica.

“A mí me han puesto en el mundo para ser feliz.”

En Pequeña historia de elefantes y cacharrerías, obra conjunta de Carmen de la Rosa y José Pablo Pérez.