Los bajos fondos están a un paso

“…
De camino al tren revisó su estómago, ni rastro de las cosquillas que había sentido en su primera cita a ciegas. Descubrió sin sorpresa que ya ni siquiera le hacía ilusión.
Estaba ya cerca del Matraka y decidió entrar para saludar a Frank, como siempre con un estrecho abrazo. Aún seguían abrazados cuando Victoria se despidió para continuar andando hasta la estación. Ya en el tren metió la mano en el bolsillo del pantalón para acomodar la tela que parecía tener algún doblez o algún objeto olvidado. Era algo duro. Al sacarlo vio con espanto que era un dedo negruzco y seco, parecía un meñique.
…”

La noche de los tres errores de Carlos Cala.

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